jueves, 18 de agosto de 2016

Como los idiotas te convencen de que el idiota eres tú

Con algunas personas soy idiota. Todo me sale mal. Me vuelvo torpe, inútil, poco avispada. Me llevo este sentimiento a casa, mi autoestima baja y duermo mal. No es plato de buen gusto darse cuenta de que uno es idiota. 

Luego ocurre que, con otras personas, resulto muy inteligente. Todo fluye y doy lo mejor de mí misma e incluso descubro nuevas facetas que no sabía que tenía. 

Con el tiempo, he descubierto que no es que tenga dos caras y a veces me vuelva idiota (aunque reconozco que puedo tener mis momentos de estupidez ). Se trata de que si te rodean idiotas, estos te acaban convenciendo de que el idiota eres tú. Me ha ocurrido esta situación sobre todo en trabajos (en la vida personal resulta más fácil decidir de quién rodearse). He llegado a sentirme la persona más tonta del mundo, incluso ignorante. Me he culpabilizado asumiendo mi idiotez. Y es que resulta muy difícil luchar contra la fuerza de los idiotas y su gran habilidad para convencerte de que eres tú el que funciona mal; así lo intentes con toda la ilusión y buena fe del mundo. De hecho, cuanta más ilusión y buena fe, más estúpido te harán parecer. 

Afortunadamente, están esas otras personas que permiten que uno se muestre verdaderamente como es, con toda su valía y de manera libre y espontánea. Pero sobre todo, existe esa voz interior que conviene escuchar, y que nos dice que no somos estúpidos aunque nos traten de convencer de lo contrario. Y que si hay que renunciar a algo para alejarse de los idiotas, seguro valdrá la pena a cambio de recuperarnos en todo nuestro esplendor. 


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