lunes, 20 de febrero de 2017

En carnaval: careta sobre careta

No sé que gracia le ve la gente a eso de disfrazarse. La mayoría lleva puesta una careta todo el año, sino varias.

¿Quién es el que se comporta como uno mismo las 24 horas? Con el jefe, con la familia, con el
mendigo, con el presidente… ¿Alguien se libera de los roles? Quién más y quién menos tiene unas cuantas caretas guardadas en el armario junto con la ropa que se va a poner ese día. Lo peor es que a veces uno se acostumbra tanto a las caretas que hasta en la más pura soledad se le olvida quitársela. ¿Por qué razón iba sino uno a aborrecer estar solo y la inactividad? Conviene distraerse y compañía para evitar que la careta se caiga y nos descubramos ante el espejo con esa cara desconocida que resulta que es nuestra. 

Es por esto que no acabo de entender la gracia de los carnavales. En realidad, imagino que en estas fechas las personas aprovechan precisamente para lo contrario. Ocultando sus caretas con otras careta se atreven por unos días a ser ellas mismas, a hacer el idiota para soltar todo ese disfraz que llevan pegado los restantes días del año. Como una buena borrachera. O como volver a la infancia. La excusa perfecta para sacar los instintos primarios, la desinhibición y hacer un papel escrito por ellas mismas pues, a diferencia del resto del año, uno escoge el disfraz y no se pone el que le mandan.

lunes, 13 de febrero de 2017

Me dicen que tengo un problema con el amor

Me dice la gente que tengo un problema con el amor, que me lo haga ver. No porque no quiera, no, no. La cosa así dicha parece que va de eso, pero resulta que va de todo lo contrario. Me dicen que es porque quiero demasiado. Que me enamoro con facilidad y muy rápido. Si no me lo llega a decir nadie, juro que lo último que se me pasaría por la cabeza es que querer mucho, fácil y rápido fuese algo malo. Me resulta realmente un misterio que pueda haber algo de negativo en la combinación de estos conceptos.

Amor y Psique
Se supone que uno no puede enamorarse profundamente así de pronto. De modo que he pedido en más de una ocasión algún consejo sobre el tiempo de referencia estipulado; no sé como los míticos 21 días esos... Necesito un calendario y un cronómetro de lo contrario, cuando menos lo espere, me habré enamorado de nuevo y resulta que no será válido porque no estará dentro de plazo cual declaración de la renta. Y para el tema de la profundidad hace falta conocer mucho a la otra persona, por eso también lo del tiempo. Pero a mi entender, eso es meterse en camisa de once varas. Si tengo que esperar a conocer a la persona como si la hubiese parido lo más seguro es que nunca me vaya a enamorar porque de ese modo parece que se esté buscando una razón para hacerlo y a mí me pasa sin ningún motivo, me descubro enamorada que se dice, y no es porque la persona haya pasado ningún periodo de prueba. La prueba viene después. Cuando existe amor a uno le surgen unas ganas infinitas de encajar y lo que podrían ser cuestiones que no combinan bien acaban superándose porque la prueba ya está pasada.

También me dicen que quien se enamora de esta manera, se suele desenamorar y desencantar fácilmente. Pues puede ser, pero también puede no ser. Al fin y al cabo no seamos ingenuos, por lo general, el amor acaba extinguiéndose igual*. De todos modos prefiero un amor breve, pero puro e intenso a un amor apagado por el miedo, con tendencia a presionar el freno y con un montón de pruebas de fuego que superar. No estoy diciendo que solo exista un tipo de amor ni que el que yo vivo sea el más válido. Estoy diciendo que querer es algo bueno en sí y que resulta más auténtico si en vez de procesarlo tanto por la mente, uno simplemente se deja llevar aún corriendo riesgo de estrellarse una vez más.

*Actualización 02/03/18
Sí creo en el amor para toda la vida. 

domingo, 5 de febrero de 2017

Método chino para convertir un "¡uyyy!" en una celebración

Durante mi viaje a China descubrí un comportamiento de los chinos que me pareció bien particular. Resulta que son bastante kamikazes en lo que al tráfico se refiere: conducen como cafres, no respetan las normas de circulación y un largo etc. (Si algún chino me está leyendo sé que no se lo tomará a mal, es así como lo hacen. No es que sea bueno o malo digamos que, por alguna razón, están de acuerdo en que esa es la mejor manera). Pues bien, como los incidentes son bastante frecuentes por este hecho (y supongo por otros), los "¡pum!" y los "¡uyyy!" son habituales. Cuando se produce un "¡pum!"(golpe, choque, atropello etc.), aunque son de pasar bastante, alguno que otro, sobre todo los implicados, reacciona de una manera que se consideraría normal: lamentándose o quejándose. Pero cuando se produce produce un "¡uyyy!", es decir, un "por los pelos no la hemos palmado, no nos han atropellado o no nos hemos caído por un terraplén" pues se parten la caja. Esto también ocurre cuando se produce un "¡pum!" sin consecuencias demasiado graves. Es increíble ver con que felicidad parecen decir "pa' habernos matao". 

Lo que me apasiona de este comportamiento es la filosofía que de él percibí. Mientras la mayoría de los occidentales ve inconsciencia pura e incluso burla a la muerte en todas sus acepciones, yo veo todo lo contrario. Veo respeto hacia la vida. Me explico. La mayoría de la gente que conozco de la mayoría de los países que conozco, ante una situación de "¡pum!" o "¡uyyy!" se lleva las manos a la cabeza y empieza a decir cosas del tipo: "pudo haber sido una catástrofe; unos centímetros más y habríamos muerto; hay que tomar medidas porque no puede seguir así; se debe prohibir circular a X velocidad o de X modo; hasta que pase algo grave nadie va a tomar medidas..." Vaya coñazo de pesimismo. O sea, la vida y la muerte se encuentran, gana la vida y la gente solo pone atención en la muerte, o aún peor, en la hipótesis de muerte. Y luego venga con normas y prohibiciones porque el miedo de la muerte se puso de corbata. 

Los chinos, en cambio, puede que por su candidez (es innegable que destellan inocencia para algunas cuestiones) ven las cosas como si fuesen niños y celebran la verdad. Y la verdad es que ha ganado la vida en el "¡uuuy!" aunque sea por un casi. Bastante tienen con lamentarse cuando ocurre el "¡pum!" como para negativizar el "¡uuuy!" con ideas que no se ajustan a los hechos. Los hechos son que, pudo haber pasado algo fatídico y no pasó y eso es para celebrarlo no para lamentarse. Por esta razón y, a pesar de lo kamikazes que puedan ser en la carretera, me parece que los chinos celebran más la vida que los occidentales, precisamente porque puede que los occidentales tengan más miedo a vivir y por eso se centran tanto el la muerte en cuanto encuentran la mínima oportunidad. 


Guilin, 2014. Autor: Tania Alonso 

"Los noticieros aman lo peor: las enfermedades, los que matan, los políticos corruptos. Viven de eso, se envenenan de eso todos los días [...] Si son jueces que vayan a los tribunales, si los políticos son tan malos que hagan una revolución [....] Pero no, te cuento pero no cambio, te cuento lo peor, pero no lo mejor. [...] Y después dicen: en nombre de la justicia, eh, estamos preocupados por la verdad [...] Tienen pánico a la vida por eso adoran las malas noticias". 
F. Cabral