martes, 20 de octubre de 2015

¿El día más bello? Hoy.

Leí por estos mundos de Internet una frase adjudicada a Gandhi o a la Madre Teresa de Calcuta que decía "¿El día más bello? Hoy." Bien, lo importante no es quién lo dijo, puede que en realidad no fuese ninguno de los dos. Tampoco es importante su uso como imagen "positivizadora" acompañando a los chirriantes "ánimo que es lunes" y "feliz viernes" que tanto prodiga la gente. Es importante porque quien entiende su verdadero significado puede entender la vida misma. 

Digamos que cualquier día con el viento a favor puede parecer bello. Si a mayores ese día sucede algo que consideramos especial, un pequeño placer, pues más bello aún. ¿Pero qué hay de los días terribles? ¿Esos dónde solo parece haber sufrimiento? ¿Los días en que los problemas se acumulan? ¿Qué pasa cuando esos días dan lugar a semanas y las semanas se convierten en meses? Parece que ya no queda lugar para la belleza. 

Lo extraordinario puede tener lugar en los días terribles. Esto solo ocurre si se entiende que la tragedia no está exenta de belleza cuando uno se enfrenta a ella con valentía, con voluntad de aprender, con esperanza y confianza. Y, a pesar de todo, se es capaz de seguir disfrutando de los pequeños placeres. Cualquier día es bueno para reorientarse, para sanar, para derrotar miedos, para tener una clarividencia. Esto es bello: lo que está por venir, la conciencia de que puede suceder en cualquier momento. 

¿No es esto sino la vida misma? ¿No es acaso hoy el presente? ¿Y no está nuestro presente acaso en nuestras manos?