viernes, 14 de agosto de 2015

Lugares que recomiendo V: naturaleza y pueblos de China

Si uno quiere conocer bien China no debería prescindir de ciudades como Beijing ya que ofrece una visión muy completa de la mezcla de tradición y modernidad característica del país. Shanghái ya es otra historia, es casi como Occidente con toques orientales. Claro que todo depende del contraste. En esta ciudad concluimos el mes que pasamos en China después de haber estado en pueblos donde resultaba raro ver a un occidental y nadie, absolutamente nadie, hablaba inglés... Por esto, Shanghái me resulta demasiado fácil y acogedora como para parecer China. Sin desmerecer otros lugares como Xian, Chengdú, Pingyao... De China, me quedo algunos pueblos con aires de pasado y los, casi inverosímiles, paisajes naturales. A estos lugares dedico el post, teniendo en cuenta que el viaje se desarrolló especialmente en la parte este el país.

Por cierto, en cuanto a lo chinos, me parece que navegan entre la ingenuidad y la mala educación, entre la simpatía y la facilidad para encolerizarse, entre el despiste y la capacidad de generar una estampida a lo Jumanji... Son fácilmente identificables como una masa, un todo. Una sociedad cohesionada y con cierto punto de hostilidad aunque, al mismo tiempo, su curiosidad los abre al mundo y es fácil echarse unas risas con ellos. Desde luego, el choque cultural es grande y tangible.

- Parque Nacional de Jiuzhaigou (provincia de Sichuan)
Impresionante, azul, para pasar tiempo y recorrer sus senderos... Pena que esté lleno de excursiones de chinos y que la entrada sea especialmente cara para los precios del país. Pero hay zonas en las que no hay casi gente ya que los chinos son muy de ir todos juntos con un circuito muy determinado que los lleva a los puntos de mayor interés. En otoño los colores adquieren su máxima expresión y hay nieve en las cumbres lejanas.

Consejo: pasar del bus que recorre en parque en la medida de lo posible y senderear.

Foto: Tania Alonso 
Foto: Tania Alonso
Foto: Tania Alonso

- Wulingyuán y Zhangjiajiè (provincia de Húnán)
Citando a la Lonely Planet: "Entre los nebulosos bosques subtropicales del noreoeste de Húnán emergen 243 picos de más de tres mil pináculos kársticos, una concetración única en el mundo". La supuesta inspiración para Avatar también está llena de chinos y también es cara... pero tiene monos muy simpáticos, vistas increíbles y, sobre todo, zonas en las que no hay un alma evitando los principales miradores.

Consejo: ascender hasta los miradores en bus, teleférico o incluso en ascensor (el panorámico más alto del mundo)... y descender a pie escogiendo una ruta mediana o larga que prácticamente no están transitadas.

Foto: Tania Alonso
Foto: Tania Alonso
Foto: Tania Alonso

- Yangshuo (provincia de Guangxi)
El paisaje de Yangshuo también se compone de formaciones kársticas, en este caso, de suaves formas y atravesadas por el río Li por el que se puede hacer un crucero o ir en balsa de bambú desde Guilin. Aunque el centro resulta bastante turístico, aquí no hay entradas que pagar y hasta se agradece que, a diferencia de los dos lugares anteriores, algunos chinos sepan entender y hablar un mínimo de inglés.

Consejo: alquilar una bici y ¡a explorar!

Foto: Tania Alonso
Foto: Tania Alonso
Foto: Tania Alonso

- Fenghuang (provincia de Húnán)
Un pueblecito que mantiene su autenticidad porque a diferencia de lugares del estilo como Pingyao, a pesar del turismo, sus gentes hacen vida más allá de los tenderetes de recuerdos. Para ver la parte más destacada de la ciudad hay que pagar, pero no es difícil andar pa´ lante, poner cara de que tienes la entrada, y colarte por alguna calle donde el vigilante no esté muy atento o directamente no esté.

Consejo: alojarse en la Happy Hotel. No me acuerdo del nombre, pero el taiwanés que nos atendió era realmente majo y con unos gestos delicados y elegantes que me llamaron la atención. En un país donde es complicado relacionarse con la gente por la barrera del idioma, resultó agradable poder mantener conversaciones sobre cosas que iban más allá del precio de la habitación o de lo que queríamos para comer.

Foto: Tania Alonso
Foto: Tania Alonso 
Foto: Tania Alonso


- Leshan (provincia de Sichuan)
En Leshan hay un Big Buddha (este término lo solíamos usar para explicar que queríamos ir a Leshan en la estación de buses, etc. y resultaba bastante efectivo). Es el más grande del mundo esculpido en piedra, de hecho. Su construcción se debe a que los habitantes del lugar estaban preocupados por las crecidas del caudal del río que arruinaban sus cosechas y dificultaban la navegación. Construyendo este Buda en el acantilado (S.VIII), buscaban protección y la consiguieron. Según las explicaciones terrenales, porque los restos rocosos desprendidos se depositaron en el lecho y alteraron la corriente haciéndola más segura. 

Consejo: a parte de ver el Big Buddha, en los alrededores está el Parque Budista Oriental con más de 3000 budas, para todos los gustos. 

Foto: Tania Alonso
Foto: Tania Alonso
Foto: Tania Alonso
- Monte Emei (provincia de Sichuan)
Cuando emprendí la "peregrinación" para coronar el monte Emei Shan a pie, la verdad, no imaginé que sería tan dura. Más que nada porque no sabía exactamente de qué altura se trataba ni que era un recorrido por escaleras que, a veces, parecían en ascenso infinito, como de caracol. Fueron 34km de ascenso hasta llegar a la Cima Dorada (a 3077m de altitud) acompañados de niebla y luego lluvia que unida a nuestro sudor hizo que echásemos humo como leña verde al fuego. La hicimos en dos jornadas, pasando la noche en el Monasterio del Baño del Elefante, sin duchas (nos lavamos con una palangana) y retretes que consistían en agujeros horadados en el suelo por donde se cayó mi neceser de aseo desapareciendo monte abajo. Hicimos unos colegas chinos jóvenes por el camino que acabamos dejando atrás. Al día siguiente nos los encontramos en la cima; habían flaqueado y decido coger el teleférico para el último tramo. Por cierto, aquí los monetes no son tan simpáticos como los de Zhangjiajiè y se te suben a la chepa para robarte la comida.

Consejo: hay autobuses, teleférico, etc. para no hacer todo el recorrido a pie, pero el microcosmos del Emei Shan merece que, si no todo el recorrido, al menos una buena parte se haga andando.

Foto: Tania Alonso
Foto: Tania Alonso
Foto: Tania Alonso


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