jueves, 17 de diciembre de 2015

Sírvame una nueva religión. Bien fría.

Hoy en día está muy denostado eso de creer en una religión, en cambio la gente es tremendamente devota de cosas materiales e ideologías.

Conozco a fanáticos, no yihadistas, que siembran mucho mal por ansias de dinero, por ejemplo. Y otros muchos, no cristianos, que emprenden cruzadas de intransigencia ante todo aquel que no defiende sus mismos ideales.

El consumismo, el aspecto físico, el concepto de pareja, el fútbol, las mascotas (etc. etc.) y las ideologías son las nuevas religiones. Supongo que al menos en las religiones se trata de una búsqueda espiritual, en los otros casos desconozco que se pretende exactamente. Tal vez precisamente suplir esa búsqueda pero, en definitiva, no veo que supongan una revelación importante acerca de la vida aunque lo parezca por el fervor que suscitan. 

Un rasgo característico de los que profesan estas pseudo religiones materialistas y de los que profesan ideologías es que suelen ser poco tolerantes con lo que se escapa a su veneración. Y mientras pueden llegar a burlarse porque alguien vaya a misa, cuando van en peregrinación a los centros comerciales abarrotados en Navidades o a votar para defender su ideología se consideran muy dignos. Muchas veces, aquellas tendencias que más defienden la tolerancia son las que menos predican con el ejemplo: no me canso en este punto de recordar como algunas corrientes feministas rechazan la discriminación y la aplican al mismo tiempo. Innegable también como muchos de estos devotos hacen alarde de sus prejuicios sobre personas sin ideología (o con otra diferente) sin pararse a comprobar como, posiblemente, cumplen mejor que ellos mismos los preceptos que tanto defienden.

De alguna manera, estas ideas y comportamientos (que por lo general son tratados de una forma bastante superficial) resultan una justificación perfecta para actitudes como el victimismo, para dar vía de escape a la agresividad, para reforzar el sentimiento de superioridad o para enmascarar insatisfacciones.

En definitiva, pienso yo, que se está sustituyendo la religión por lo material y no veo por ello que la gente sea más feliz. Tampoco creo que las ideologías sirvan de mucho, al menos para nada que no pueda ser conseguido gracias al sentido común, de la justicia, inteligencia e intuición. 


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