¡Qué bonito es viajar! Conocer nuevos lugares, culturas diferentes, pasear ociosamente... Arrastrar las maletas durante kilómetros hasta el hotel para no pagar un taxi, ser timado con ofertas trampa para turistas, dormir en zulos en compañía de insectos locales... ¡Quita! Que me vienen a la mente recuerdos derivados de viajar con poco presupuesto. Me quedo, como no, con todo lo bueno y los aspectos no tan agradables los contemplo como enriquecedores, o lo que es mejor, como anécdotas que contar a los nietos.
Me gustaría iniciar una serie de posts sobre lugares en los que he estado y que recomiendo. Si sirve de utilidad habré aportado mi granito a la humanidad y podré morir tranquila :)
En Viena...
Este pasado agosto me fui de InterRail por Europa (experiencia que recomiendo totalmente) y visité la ciudad de Viena por primera vez. Tengo que admitir que me decepcionó un poco. Es palaciega como imaginaba, pero me la esperaba más ostentosa y más bella en conjunto. Y sabía que era cara, pero desconocía hasta que límites los vieneses sacan jugo a las carteras de los turistas. Por ejemplo, lo normal es que a los estudiantes se les rebaje una cantidad significativa respecto al precio ordinario, llegando en algunos casos al 50%. Si en Viena consigues un descuento de un euro ya puedes sentirte afortunado. Además, a los vieneses les encanta descuartizar los lugares turísticos estableciendo por cada miembro despedazado un precio. Esto es, si quieres visitar un palacio completo incluyendo los jardines prepárate para desembolsar una cantidad nada módica de pasta. Te dividirán las visitas en diferentes tours dependiendo de la extensión. Si pagas la entrada mínima te quedas sin ver los aposentos más destacados. Si quieres disfrutar de ellos, añade unos euritos más. Y sí, puedes visitar de los jardines, pero ni se te ocurra pasear por los más bellos y principescos sin pagar a parte. ¿Que en los jardines hay un zoo? Siiii, pero su precio, por supuesto, no está incluido en la entrada. Para acceder a todo tienes que comprar el ultra premium grand tour ticket with extras y comer gachas el resto del viaje. Pobres pobres (valga la redundancia) que no podemos disfrutar de la cultura sin llorar por los dineros gastados.
Pero vamos al quid del post que es el lugar que aconsejo visitar en Viena.
...recomiendo: Parque de atracciones de Prater
Foto: Tania Alonso |
Foto: Tania Alonso |
Resulta que es el parque de atracciones más antiguo del mundo y se nota en el ambiente y en las atracciones. Aún mantiene en pie algunas de las primeras como es el caso de la Wiener Riesenrad, una noria construida en 1897. En el interior de sus cabinas hoy en día se puede comer como si de un restaurante se tratase aunque los precios, como era de esperar, no están al alcance de viajeros con pocos recursos pecuniarios.
Foto: Tania Alonso |
En especial, son las atracciones de terror las que nos trasladan décadas atrás en el tiempo. Son tan grotescas que en vez de miedo provocan la risa. Muñecos autómatas que decapitan cabezas, King Kongs rugiendo, Frankensteins salpicados de supuesta sangre, esqueletos de ojos rojos luminosos... Vamos, todo muy jocosamente gore. Sorprendente fue descubrir que los sonidos guturales y la voz demoníaca que sonaba por un altavoz de una de estas atracciones no procedía de una grabación, sino que el señor que vendía las entradas en la taquilla se encargaba también de poner la BSO ayudándose de un micrófono y unas dotes vocales admirables.
Foto: Tania Alonso |
Merece una mención destacada, aunque no llegué a entrar, una especie de casa del terror-museo de dinosaurios gigante. En el exterior, los reptiles te invitan a entrar con movimientos espasmódicos y ruidos tipo gremlin. Creo que no vi acceder al interior a nadie en el tiempo que estuve por la zona. Es una pena porque es una atracción encantadoramente cutre.
Foto: Tania Alonso |
Foto: Tania Alonso |
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